viernes, 2 de mayo de 2014

HER: Tecnologías que engañan.

"El hombre crea la tecnología con la idea de mejorar su nivel de vida, sin saber que esto la empeoraría".

La tecnología siempre se las ha arreglado para suplantar a los humanos. Ya desde la revolución industrial las maquinarias reemplazaron y mejoraron la labor de los hombres. Se puede decir que algo similar pensó Spike Jonze al momento de dar vida a su película ganadora del Oscar por mejor guión, HER. Esta relación se da desde una perspectiva social y ya no laboral. La "máquina humanizada" pretende reemplazar al hombre en cuanto a su interacción con el otro. Samantha, el software protagonista del film es capaz de desarrollar emociones, sentimientos e indagar, cuestionar y desear tener un cuerpo; es decir, materializar su esencia humana ajena a todo tipo de dispositivo digital. Incluso, ella misma se da cuenta de su situación: "Me estoy convirtiendo en mucho más de los que me programaron, estoy emocionada".


El consumismo y las leyes del mercado hacen que ninguna innovación tecnológica sea lo suficientemente nueva y eficaz para los "usuarios". La necesidad de renovarse continuamente ha hecha de la tecnología uno de los mercados más exigentes hasta el momento. La necesidad de inmediatez es uno de los factores causantes de esta incesante demanda. Por otro lado, nosotros, los usuarios, ya no entendemos de fronteras geográficas. La tecnología nos ha mal acostumbrado a que todo lo que busquemos o deseemos este a nuestro alcance tan solo mediante un clic.

Tal como ha ocurrido con las Revoluciones Burguesas en general y la Industrial en particular, el avance tecnológico no se ha dado independientemente del resto de los aspectos de la sociedad. Y esto es exactamente lo que ocurre en HER. El hombre se auto aliena de su contexto inmerso, únicamente, en lo que la tecnología le provee. Theodor (Joaquín Phoenix) se adentra tanto en su relación con Samantha que se aleja de sus afectos "reales", como lo es Amy (Amy Adams), su amiga. El viejo papel y lápiz, las agendas, los diccionarios y las enciclopedias han dejado de usarse y se acercan a su fin. La tecnología esta reemplazado todo lo que conocemos. La sociedad ha cambiado, la cultura también lo ha hecho.

Tal como la Revolución Industrial trajo consigo enfermedades propias de su época, la tecnología creó sus propias enfermedades, mayoritariamente relacionadas con lo
psicológico y lo muscular. Otra característica que comparten estos dos avances es en cuanto a la economía. En el siglo XIX, el cambio se dio de acuerdo a los nuevos medios de producción. Ya acercándonos al siglo XXI, la innovación se da desde la digitalización masiva de todo cuanto sea posible y en consecuencia, la simplicidad y comodidad aquejan la sociedad. De aquí partimos para considerar un posible cambio en la mentalidad general: si todo es tan simple gracias a la tecnología para qué gastarse en hacer las actividades manualmente, a la vieja usanza.

Como todo lo que evoluciona, no podemos decir que el cambio es ni bueno ni malo, sino diferente. Claro está también, que la dependencia y el uso en exceso trae consigo connotaciones negativas. Personalmente creo que esto esta pasando en la actualidad, está siendo muy difícil constatar un punto intermedio y equilibrado. 

¿Será que el hombre no está preparado para la tecnología o será que la tecnología aplastó y apabulló al hombre?





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