Junio convulsionado por el fútbol. Las definiciones por
grupos han finalizado y, Argentina logró ser primero en el Grupo F, enfrentando
a Bosnia, Irán y Nigeria los días 15,21 y 25, respectivamente.
Argentina debutó ante Bosnia el 15 de junio en el
Maracaná, formándose tácticamente con un incómodo 5-3-2. Aun así, logró la
superioridad numérica a los 3 minutos de juego de la mano del bosnio Kolasinac
Sead, al llevarse la pelota por delante y anotar en contra.
El partido se dividió en dos partes, limitados por las
decisiones del técnico de la albiceleste. La primera formación (el ya
mencionado 5-3-2) resultó completa y sumamente ineficaz. Por lo que, para el
segundo tiempo, Fernando Gago y Gonzalo Higuaín debieron ponerse la casaca y
salir a la cancha para suplantar a Hugo Campagnaro y a Maxi Rodríguez. De esta
forma, se deslucía un erróneo sistema para ser reemplazado por un conocido 4-3-3 que oxigene y cambie la cara del
equipo.
Y así se hizo, al minuto 63 Lio Messi aseguró el partido
con un gol a lo Messi, una maniobra individual dejando hombres en el camino que
derivó en un zurdazo sin posibilidades para el arquero Begovic. Pero esto no
fue todo, pues con el último aliento, los europeos respondieron. Naciendo de
una distracción de Fede Fernández, Vedad Ibisévich achicó la diferencia a cinco minutos de finalizar el encuentro.
Al sábado siguiente se esperaba por Irán en Belo
Horizonte. Se creía un partido sencillo, sin muchas dificultades y fácil de
ganar. El encuentro se produjo contra toda predicción acontecida.
Irán se nucleó en el fondo de su valla, sin lugar posible
para la penetración argentina. La gambeta y habilidad nacional no fue
suficiente para encontrar huecos en la ardua y firme defensa asiática.
Transcurrieron 90 minutos con sustos y dudas más que con sorpresas. Como
reflejo de esta situación, sólo cabe mencionar a la figura del partido: Sergio
Romero.
La única posibilidad para revertir esta situación era
cambiar nombres, y así lo entendió Sabella, aunque un poco tarde para mi gusto.
Rodrigo Palacio y el “Pocho” Lavezzi fueron las variantes para el “Kun” Agüero
y el “Pipita” Higuaín, quienes lograron dar mayor velocidad con el fin de
filtrarse, confundir y encontrar mal parados a los iraníes.
Lo cierto es que el partido terminaba y Argentina no
encontraba respuestas eficaces, no lograba convertir hasta que apareció el as,
el 10, el mejor jugador del mundo según la opinión popular.
Minuto 91 del encuentro y Messi, con su zurda magistral,
convierte un gol de otro partido. Desde fuera del área, nadie logra cortar o
cambiar la trayectoria de esa pelota. El partido termina a los pocos minutos y Argentina ya se encuentra festejando su pase
a octavos.
Aun así, le quedaba un último partido. Las victorias
aparecían pero el juego era paupérrimo. Había que cambiar la imagen ante el
público. Se acercaba el último juego del grupo ante Nigeria en Porto Alegre y
Argentina se mostraba sin presiones pero con ansias de triunfo. 3-2 fue el
resultado final. Dos del 10 y uno del más discutido por los hinchas, Marcos
Rojo.
A 3 minutos de comenzado el encuentro, Messi abrió el
marcador y al minuto próximo, el nigeriano Ahmed Musa lo empato. La alegría
duró poco, hasta que en el tiempo recuperado del PT, Messi (¿Quién sino?) logró
ampliar nuevamente la ventaja. Otra vez Musa arruinó la fiesta argentina al
igualar el encuentro 2-2. Sin más, la albiceleste consiguió un córner que,
ejecutado en forma de centro, choca con la pierna de Rojo hasta enfrentarse con
la red. Buscado o no, la Argentina logró una nueva victoria y consigue 9 puntos
de 9.
Siempre venciendo a sus rivales con la mínima diferencia,
el equipo de Sabella pasa a octavos y espera por Suiza, rival al que enfrentará
el próximo martes a las 13 horas en San Pablo.
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